viernes, 12 de junio de 2009

EN EL BAR


A veces me da por observar las cosas que me rodean. Supongo que es algo que le pasa a todo el mundo, pero es que a mí me pasa continuamente.
Ahora estoy en un bar, el de cada mañana, desayunando. Al contrario que siempre, hoy estoy solo. Aunque la verdad, cuando no lo estoy, suelo llegar a sentirme como si lo estuviera.
Fijo la mirada en las cosas que me rodean y no pienso en nada. Simplemente observo. No pienso en el pasado, ni en el presente, ni en el futuro. Simplemente no pienso.
No es como quedarse en blanco; es diferente; y me gusta. Disfruto de los colores y de las formas. Hasta llego a sentir los materiales de las cosas que me rodean. Soy capaz de oler la madera de la pared, de sentir el frío del mármol de la barra y el calor de los taburetes. Es una buena sensación. Me gusta sentir.
Y los sonidos, las voces. No me llegan por los oídos; me llegan por dentro; como en un sueño. Y me gusta. Me gusta sentir todo esto. Me gusta disfrutar de la soledad de las cosas. Es armoniosa y fascinante.
Estoy aquí, en una mesa, solo, escribiendo. Mientras, la gente desayuna y charla, despreocupada o no. No sé si alguien me estará mirando; ni me importa. Mejor así.
Me siento bien y eso es lo importante. Me ha costado mucho llegar hasta aquí. Me ha costado mucho aprender que éste soy yo. Acostumbrarme a mí y aceptarme. No soy ni más ni menos que los demás; ni mejor, ni peor. Ni siquiera soy especial. Sólo soy yo.
Y me gusto. Por primera vez en mi vida me gusto. Ha sido un camino muy duro hasta llegar aquí, pero creo que voy empezando a conocerme; me voy conociendo. Y me gusta la sensación.
A veces me da por observar las cosas que me rodean…

No hay comentarios:

Publicar un comentario