domingo, 31 de mayo de 2009

EL SÍNDROME DE LA SIESTA


¿Problemas para conciliar el sueño por la noche?
¿Duerme mejor al mediodía que por la noche?
No se preocupe; aquí le mostramos 6 sencillos pasos para caer rendido por la noche en la cama.
1. A las 16.00, grabe el documental de la 2.
2. A las 23.30, ponga el documental grabado en el DVD de la salita o salón.
3. Deje el volumen más bien bajo, pero que más o menos se oiga algo.
4. Tómese una tila alpina o poleo menta doble.
5. Deje al menos una luz encendida (que parezca que es de día)
6. Siéntese en el sofá con los pies en alto, cierre los ojos y piense que a las 17.00 tiene que volver al trabajo.
El sueño durante 8 reparadoras horas está asegurado.
-En caso de duda o malestar físico consulte con su psicólogo o psiquiatra-
-Si no consigue dormir durante las 8 horas prescritas, pruebe a contar ovejitas-
-El orden de los factores SÍ altera el producto-
-No dude en ponerse en contacto con nosotros para cualquier reclamación en el nº ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ-

jueves, 28 de mayo de 2009

UN CHISTECILLO PARA COMPENSAR


UN BUS LLENO DE MONJAS SUFRE UN ACCIDENTE DE TRÁFICO Y FALLECEN TODAS.
UNA VEZ A LAS PUERTAS DEL CIELO, SAN PEDRO LAS RECIBE A TODAS EN FILA.
Y LE DICE A LA PRIMERA:
-HERMANA, ¿HA TOCADO ALGUNA VEZ UN PENE?
LA MONJA SE PONE NERVIOSA, MIRA PARA TODOS LOS LADOS Y DICE:
-BUENOOO... CUANDO ERA MUY JOVEN... UNA VEZ... TOQUÉ UNO CON LA PUNTITA DEL DEDO...
SAN PEDRO LE DICE MUY TRANQUILO:
-LÁVESE EL DEDO EN ESA PILA DE AGUA Y CRUCE LAS PUERTAS DEL CIELO.
ENSEGUIDA LE PREGUNTA A LA SIGUIENTE LO MISMO Y ÉSTA CONTESTA SONROJADA:
-HACE MUCHO... ANTES DE SER MONJA, TOQUÉ UNO CON LA MANO.
SAN PEDRO LE DICE:
-LÁVESE LA MANO EN ESA PILA Y CRUCE LAS PUERTAS DEL CIELO.
EN ESE MOMENTO SE FORMA UN ALBOROTO EN LA FILA Y UNA DE LAS HERMANAS SE PONE LA PRIMERA.
SAN PEDRO LE PREGUNTA SORPRENDIDO:
-HERMANA, ¿POR QUÉ SE HA COLADO USTED?
Y ÉSTA CONTESTA:
-HOMBRE, SI TENGO QUE ENJUAGARME LA BOCA AHÍ, PREFIERO HACERLO ANTES DE QUE SOR MANUELA SE LAVE EL CULO...

AMOR HASTA EL FINAL

Incluso hasta después de...
Hace poco, me contaba una conocida que su madre murió de cáncer. Al poco tiempo, su padre (el marido de esta señora que murió) se encontraba muy mal por la pérdida de su esposa. Hasta tal punto que una noche, al acostarse, le dijo a la hija: "no te enfades por lo que te voy a decir, pero esta noche moriré de pena".
Esa misma noche, su padre entró en coma y finalmente se fue con su querida esposa "al otro lado" para seguir con ella.

PD: Espero que si esta amiga lee esto no lo tome a mal, sobre todo por la horrible imagen, pero es que a pesar de lo triste de la historia me pareció un hecho precioso y sumamente romántico.
Un beso para esta persona tan fuerte que he tenido el placer de conocer hace poco.

miércoles, 20 de mayo de 2009

¿POR QUÉ LOS GENIOS SUELEN MORIR JÓVENES?


Kurt Cobain, Jim Morrison, James Dean, Marilyn Monroe, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, Jimmy Hendrix, Janis Joplin… Diferente géneros, diferentes épocas, diferentes circunstancias, pero algo en común: todos murieron demasiado pronto y como ellos, muchos otros. ¿Por qué?
“Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”, nos dijo el actor James Dean.
Aunque su prematura muerte a los 24 años fuese fruto de un fatídico accidente, ¿qué puede llevar a una persona a decir esta “insensatez”? Menos aún a una persona con una virtud artística como es la de ser actor y con un gran futuro por delante.
Otros jóvenes artistas, sin embargo no se fueron fruto del azar e incluso nos dejaron pistas de porqué lo hicieron.

El famoso vocalista del grupo de rock Nirvana, Kurt Cobain, plasmó sus dudas en una profunda carta antes de quitarse la vida de un tiro en la cabeza a los 27 años. De entre sus líneas se puede leer: “…no puedo superar la frustración, la culpa y la hipersensibilidad hacia la gente. Sólo hay bien en mí, y pienso que simplemente amo demasiado a la gente. Tanto, que eso me hace sentir jodidamente triste. El típico piscis triste, sensible, insatisfecho, ¡dios mío! ¿Por qué no puedo disfrutar? ¡No lo sé!”... Un genio de la música que ni más ni menos que había creado un género y arrastrado hacia él a toda una nueva generación.

Jim Morrison, cantante y líder del grupo The Doors, también siguió a pies juntillas la famosa frase de James Dean. Con tan sólo 27 años, este provocador innato, nihilista y devorador de libros de temática demasiado compleja para la mayoría de los de su edad, vivió a pasos agigantados hasta “pasar al otro lado”. Murió un 3 de julio de 1971 de un supuesto paro cardíaco, convirtiéndose en uno de los más grandes mitos de la música.

Norma Jean Baker, más conocida como Marilyn Monroe, estrella del celuloide e icono sexual de los años cincuenta, nació el 1 de junio de 1926, poco después de que sus padres se separasen. Durante sus primeros años de vida fue entregada en adopción de forma intermitente. A los 8 años su madre fue internada en un centro psiquiátrico por posibles tendencias suicidas. Desde entonces, Marilyn vivió obsesionada con la idea de haber heredado esta “enfermedad”.
Después de una vida de fama y excesos, con tres matrimonios y dos abortos, el 5 de agosto de 1962 fue encontrada muerta a causa de una supuesta auto ingestión de barbitúricos. (Aún no está del todo claro que fuera realmente un suicidio)

“La mujer alcanzó la perfección / Su cuerpo muerto muestra la sonrisa de realización; / la apariencia de una necesidad griega / fluye por los pergaminos de su toga; / sus pies desnudos parecen decir: / hasta aquí hemos llegado, se acabó. / Los niños muertos, ovillados, blancas serpientes, / uno a cada pequeña jarra de leche ahora vacía. / Ella los ha plegado / de nuevo hacia su cuerpo; así los pétalos / de una rosa cerrada, cuando el jardín / se envara y los olores sangran / de las dulces gargantas profundas de la flor de la noche. / La luna no tiene porqué entristecerse, / mirando con fijeza desde su capucha de hueso. / Está acostumbrada a este tipo de cosas. / Sus negros crepitan y se arrastran.”
Al día siguiente de escribir este poema, el 11 de febrero de 1963, a sus 30 años, la escritora estadounidense Sylvia Plath, especialmente conocida como “poetisa”, se levanta por la mañana temprano. Lleva al cuarto de sus hijos, Frieda de 3 años y Nicholas de 13 meses, dos jarritas de leche, pan y mantequilla. Se encierra en la cocina, donde deja dos cartas dirigidas a su médico y al notario, abre la llave del gas y mete la cabeza en el horno.

Alejandra Pizarnik, poetisa argentina, lo tenía todo: genio poético, padres comprensivos, amigos y amantes que besaban el suelo que pisaba y reconocimiento en vida. Esto no evitó que, en su tercer intento, una sobredosis de somníferos pusiera fin a su vida a los 36 años.

Todos estos casos y muchos más, dan qué pensar. Mucha gente recordará y hablará de estos mitos como grandes artistas que lo tuvieron todo y lo tiraron por la borda a causa de los excesos provocados por la fama y el dinero.
Yo, por mi parte, tengo una opinión, al menos generalizada, bastante distinta:
Considero que la mayor parte de estas personas tenían una concepción de la vida muy diferente al entorno que nos rodea a los seres humanos desde hace ya demasiado tiempo; al mundo en que nos ha tocado vivir. Ya fuera algo innato o aprendido por el entorno y/o educación durante sus vidas.
Este tipo de personas no entienden, a mi parecer, el día a día que han de llevar. Repudian lo que perciben de la realidad que les acompaña en sus vidas, y a la vez aman el maravilloso entorno físico que les rodea y lo que se podría disfrutar de él si las obligaciones y responsabilidades no los acosara continuamente.
Imaginan un mundo mejor, intentan vivir la vida a su antojo, como un animal más, que es lo que básicamente somos. Y esto no hace sino alejarlos de la cruda realidad, convirtiéndolos en almas apenadas y, a los ojos del resto, en amargados, inadaptados, antisociales, estrafalarios, polémicos y/o provocadores.
Todo ello los envuelve en un “capullo de seda” del cual no quieren salir en vida, pero sí en alma; un deseo irrefrenable de expresar lo que sienten, de expulsar violentamente lo que llevan dentro, desarrollando así una gran capacidad creativa que los lleva a destacar en cualquier medio de expresión artística que se propongan o el cuerpo les pida. Así, al menos, consiguen extrapolar toda esa rabia e insatisfacción que llevan dentro.
Lo más curioso de esto, es que esa genialidad que desbordan, suele gustar y mucho. Lo cual me hace pensar; ¿lleva todo hombre, en mayor o menor medida, esa insatisfacción por dentro? ¿Simplemente poseen la capacidad de ignorarla o aceptarla y vivir con ella? ¿Aprecian el arte de estos genios porque en cierto modo se descargan con ello?
Por otra parte, este torrente de pasión y transparencia que regalan estos talentos acaban por conseguir un fin letalmente contradictorio con su forma de sentir. Consiguen de los demás algo que acaban por despreciar: el reconocimiento, la aprobación e incluso el endiosamiento propio. Algo que en ningún momento tuvieron la intención de conseguir y que se da de bruces con sus sentimientos, provocando aún mayor infelicidad en sus almas al comprobar que nada va a cambiar ni nada los va a salvar del “mundo inventado” en el que viven. Es entonces cuando la insatisfacción los corroe y los hace estallar.
Pueden poseer todo lo que uno pueda desear en la vida, como en el caso de Alejandra Pizarnik. Más todo ello no hace sino aumentar su vacío y su miedo hacia lo único que quieren y los ata a una pesada responsabilidad para con ellos.
Más tarde o más temprano, el sano e inherente egoísmo que llevamos dentro y del cual necesitamos, suele desembocar en el nefasto final que los acaba marcando como mitos.
El hecho de que esas muertes estén unidas al consumo de drogas, alcohol, fuertes medicaciones antidepresivas o todo a la vez, no me parece, a mi modo de ver, que conviertan a estas sustancias en causantes de sus trágicos finales. Si esto fuera así, tenemos a decenas de “genios” inmunes a todo esto. Gente como Mick Jagger, Keith Richards, David Bowie (al menos en los años 70), Ozzy Osbourne, Iggy Pop… Pienso más bien que fue su propia condena la que se los llevó.
En contra de lo que muchos puedan pensar sobre el consumo de drogas y demás, yo siempre los recordaré como seres hipersensibles que quisieron expresar sus más profundos sentimientos sin ninguna intención concreta o quizás con el ánimo de que alguien los entendiera, y se acabaron hundiendo en la pena de que nada ni nadie vaya a cambiar.
Mentes desubicadas que, por fuerte que pueda parecer la comparación, me hacen recordar al primer “genio incomprendido” de la historia que conocemos: Cristo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

LA PIEDRA Y LA LUNA

…Y Drael le dijo a Esenia:
-La vida no tiene sentido, Esenia. No tiene razón de ser. ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestra función? La vida es como una tortura continua, como una broma cruel…
>>Te despiertas al amanecer, mucho antes de lo que te hubiera gustado hacerlo; y eso contando con que hayas dormido. Y desde que pones un pie en el suelo, comienzan las obligaciones: Ponte el uniforme, coge tu arma y ocupa tu lugar. Haz lo que debes hacer y no te salgas de la línea. No intentes destacar; ni se te ocurra innovar. Y sobre todo, procura no pensar… Eso es lo más importante; no pienses y serás feliz. Pero yo al menos, no puedo evitar pensar, ¿sabes? Esta cabeza sirve para algo más que lucir el pelo.
>>Y cuando llega la noche, derramas tu sudor sobre un sucio y triste camastro. Y diriges la mirada al cielo, más no lo ves. Y piensas: ¿Para qué me levanté esta mañana? ¿Y para qué lo voy a hacer de nuevo cuando amanezca? Si ya sé lo que me espera.
>>A veces me gustaría estar muerto, ¿sabes? O mejor aún, no haber nacido… Aunque de niño era feliz… supongo. Y digo bien; supongo, pues apenas recuerdo mi infancia…
Y Drael miró con seriedad a Esenia y terminó diciendo:
-Si alguien me asegurase que voy a morir ahora mismo, no me importaría, te lo aseguro. Qué más da… muerto el perro, se acabó la rabia.
Y Esenia se levantó de la gran piedra en la que estaban sentados. Y se puso de rodillas frente a él y le dijo:
-Mírame a los ojos, Drael.
Él obedeció tímidamente. Ella no dijo nada. Tan sólo se miraron.
Tras un instante sin mediar palabra entre ellos, Drael desvió la mirada sonriendo e intentó decir algo.
-¡No! -Se le adelantó ella-. No dejes de mirarme.
Drael apagó su sonrisa y la miró seriamente esta vez. Y pudo ver más de cerca que nunca cuan hermosos eran sus verdes ojos. Y al rato, ella le dijo:
-Si de verdad piensas que la vida no tiene sentido. Si en verdad crees que nada tiene un porqué; entonces quédate ahí.
>>Si piensas que estás aquí para nada, si piensas que tu vida no guarda cometido alguno, por nimio que sea éste y que de ti, como de cualquier otro, se puede prescindir; entonces quédate ahí.
>>Quédate ahí, malgastando todo aquello de lo que tu infinita mente es capaz. Quédate ahí, quejándote a la luna de la penosa desgracia que aseguras puebla tu ser. Si es así, quédate ahí.
>>Pero si por el contrario pensaras que te equivocas. Si por el contrario fueras capaz de ver que el egocentrismo de tu mente ciega la pureza de tu corazón. Si por casualidad recapacitas y acabas reconociendo que tu egoísmo inconsciente es el culpable de que no puedas ver más allá…
>>Si te diera por pensar que el porqué de la vida acaso no consiste más que en vivir. O si te diera al menos por imaginar que ese porqué que buscas siempre lo has tenido dentro de ti, pero no lo has sabido o no lo has querido ver…
>>Si es así como piensas realmente, pero tu ridícula armadura no te lo permite ver. Si es así, quítate la armadura y sígueme.
Y dicho esto, se inclinó sobre Drael, apoyándose en sus rodillas, y dejó que sus carnosos labios se rozaran ligeramente con los de él.
Y enseguida se levantó, y se alejó de él.
Y Drael, que pareció despertar de un sueño, obnubilado aún por la suave caricia de aquéllos labios, la siguió con la mirada.
Observó el brillo de sus tirabuzones caoba meciéndose bajo la luna, desde la cabeza hasta la cintura. Y más abajo, se deleitó con el contoneo de sus caderas, ceñidas por el cuero…
Y entonces, bajó la mirada al suelo, pero pronto la levantó, para mirarla de nuevo. Y ésta a punto estaba de desparecer entre los árboles.
Y Drael se levantó con decisión. Y embriagado aun sin haber bebido, se fue tras ella. Se fue con ella, dejando allí solas, a la piedra, y a la luna.

martes, 12 de mayo de 2009

RÁPIDA HISTORIA DE MÍ (Según mi escasa memoria)





Algunos me llaman Chiko, y otros me llaman por mi nombre. Nací un frío veinte de noviembre de 1973. Mientras Franco agonizaba y posteriormente la palmaba por la gracia de dios, yo soplaba dos velitas encima de una tarta (las velitas, no yo)
Lo de Franco, no lo puedo asegurar, pues se dice por ahí que ya estaba muerto de antes.
Y lo de la tarta y las velitas tampoco, la verdad, pues no tengo buena memoria precisamente.
Pero nacer, sí que nací, eso lo puedo jurar.

Me crié en un barrio humilde, de currantes y amas de casa, allá cuando los niños jugábamos en la calle, el sol nos quemaba la cara y no durábamos más de cinco minutos con la ropa limpia.
En mi familia éramos bastante apegados. Lo digo porque éramos siete hermanos en un mismo piso. Y dos perros, muchos canarios, alguna que otra tortuga… ¡Incluso recuerdo un cervatillo! Tengo su imagen tan clara en la cabeza que estoy casi seguro de que no me lo invento.
Por lo demás, las típicas “aventuras” de una familia numerosa; ducha por turnos (las comidas también), kilos y kilos de ropa sucia para mi santa madre, literas (ese gran invento), y para mí, el peque de la casa, ropa y libros de texto de segunda y hasta tercera mano. Es increíble la de garabatos que se pueden hacer en un mismo libro cuando pasa por varias manos.

Mis amigos eran muy diversos; unos eran cafres y otros menos cafres, morenos y rubios, incluso había un calvo (¿o era un mote?). Altos y bajos, gordos y delgados, feos y feos… Lo normal.
Jugábamos día y noche. A lo que fuera, aunque si era peligroso, mejor que mejor. Nos peleábamos por gusto y presumíamos de postillas. Nada fuera de lo común.
Lo peor era cuando llegaba el verano (maldito verano), y no me quedaba otra que jugar con el único amigo que no veraneaba en la playa: yo. Bueno, había otro, aunque no sé quién era más aburrido de los dos. Además, yo conmigo siempre jugaba a lo que yo decía.

“Estudié” en un colegio público, de esos de chándal y bocata de Tulipán, en aquella época en la que ya era raro ver a un profesor tirar de la oreja a un alumno, aunque alguno vi. ¡Lo que cambian las cosas con el tiempo!
Tengo buenos recuerdos de aquella etapa, sobre todo de los recreos y de los días de lluvia, en los que de camino al cole me entretenía haciendo agujeros en el suelo mojado con la punta del paraguas. Entonces surgía un efímero chorrito de agua, como si fuera petróleo… ¿o era mi hermano el que hacía aquello? Bueno, algo recuerdo.

De allí, a algún otro intento de “estudiar”, no muy convencido. Entre este camino, por suerte, pude echar parte de lo que llevaba dentro sin hacer daño a nadie, pintando, dibujando y modelando.
¡Eso sí que lo recuerdo bien! Las tardes de lluvia, resguardado en el aula, viendo y oyendo el repiquetear de la lluvia por las cristaleras, mientras mis dedos se dejaban llevar por ese barro que parecía vivo y mi mente se perdía incluso más de lo habitual.

Cuando empezaba a conocerme, la “madre patria” se acordó de mí (a esa no le falla la memoria, vaya). Nueve meses eran por aquél entonces (hubo un tiempo en que eran muchos más, así que incluso me podía considerar afortunado). Ya existía la objeción de conciencia y la prestación social sustitutoria pero, no sé, quizás por falta de información o por mi pereza innata, me dejé llevar, como siempre. ¡Es que oponer resistencia a lo que te llega por que sí, cansa tela!
De aquél “embarazo” (nueve meses), recuerdo anécdotas, pero las dejo para mis nietos.

Una vez “hecho un hombre”, estaba preparado para afrontar la vida laboral.
Mi primer trabajo… Prefiero no recordarlo. El segundo, tres cuartos de lo mismo. El tercero, peor. Y así hasta perder la cuenta. Esta parte ni para los nietos la dejo.

Pero no puedo negar que tanto la mili como mi experiencia laboral me aportaron mucho, me ayudaron a madurar y sobre todo, crearon mis pautas de comportamiento para todo lo que se me vendría encima a lo largo de mi vida. Pautas que me gusta siempre expresar gráficamente (Véase la foto de arriba, la de mis primos lejanos)
Eso sí, hubo algo que sí que marcó mi vida para bien. Una persona a la que conocí y con la que llevo trece o catorce años (Sé clemente, esposa mía, sabes que no ando muy bien de memoria, pero seguro que no me equivoco por más de un año, espero). Esa persona es… coño, si ya lo he dicho. Pues eso, coño… digoooo mi mujer. ¡Coño!
Los que no me llaman por mi nombre dicen que ella me dio la vuelta como a un calcetín. Puede que lleven razón, pero quizás no sepan que yo le ofrecí el calcetín mucho antes de que ella se lanzara a por él. (¡Y vaya si tuvo “un par” para cogerlo!)
Y es que ella siempre ha sido mi luz cuando estoy perdido.
Ella es mi hombro cuando me he dormido.
Ella me ofrece la mano cuando me he caído.
Ella me calienta cuando estoy frío (Aunque cuando estoy caliente no me enfría. Curiosssso…)
En fin, con ella y por ella, yo sigo. ¿Hacia dónde? No lo sé. Pero si ella me lo pide, yo sigo. Y espero que algún día lleguemos pues, aunque considerablemente menos, me sigo sintiendo perdido.

Y a día de hoy, aún sigo. Sin muchas ganas, pero sigo. Buscando la sombrita, y muy lejos de donde me gustaría haber nacido.
Dicen por ahí que querer es poder. Y yo digo: poder, no es querer… Al menos no siempre.

lunes, 11 de mayo de 2009

EL BLOG DE A.PRIETO

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